COMENTARIO DE LA PELÍCULA DEL REVÉS (PIXAR, 2015)
Ya se está hablando del éxito de la última película de Pixar Inside Out, o como se conoce en España: Del Revés. Se ha oído mucho sobre su propuesta de explicar cómo funciona la mente humana ¡Menudo desafío se han buscado guionistas, productores y creativos de Pixar!
Con todo lo que se ha dicho sobre el film, fui al cine invadida de cierta aprensión, basada en la idea preconcebida de que al ser una película norteamericana sugiriese un modo demasiado utilitario de cómo funciona el psiquismo, una modalidad muy a la American Way of Life. Me refiero a cierta manera de pensar al individuo propia de las sociedades de consumo, esas que venden y publicitan que todo sujeto humano es –o lo que es peor, que debe ser!- 100% dueño de sí mismo: capaz de autocontrolarse, autoanalizarse, autoconocerse, autoresolver sus problemas… a tal punto que con tanto Auto podría decirse que cualquier parecido con la industria automotriz norteamericana, aquella que fue marca de la sociedad de bienestar y estilo de vida, no debe ser pura coincidencia. Tomando el modelo de Ford, por ejemplo, quizás no sea inocente que en nuestra era de capitalismo salvaje se venda que es mejor ser poseedor de un Yo fuerte y resistente, ¿acaso el éxito de Ford no es el enorme tamaño de sus carcasas y la mayor potencia de sus vehículos que los vuelven capaces de todo?
El desarrollo de la industria y la tecnología invade ahora el terreno del ser humano. Bajo el lema del Transhumanismo se promete transformar la condición intrínseca del humano perfeccionándolo tanto a nivel físico como psicológico. El objetivo de este nuevo “movimiento cultural e intelectual” no es otro que el de vencer las limitaciones humanas de la mano de las nuevas tecnologías, incluida la limitación más grande que existe en la vida: la Muerte. Hoy en día las grandes inversiones norteamericanas y del resto del mundo andan por ahí, buscan extender la vida -o suspender la muerte- y aunque algunas mentes brillantes como la de Stephen Hawking advirtieron sobre los riesgos que la inteligencia artificial supone para la subsistencia humana, bien es sabido que no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Hay que decir que las teorías psicológicas norteamericanas, actualmente extendidas a nivel mundial tan salvajemente como el capitalismo, no quedan exentas de todo esto. La mayoría de ellas se basan en un modelo de individuo que niega la existencia del inconsciente (o subconsciente, como lo llaman en los Estado Unidos) diseñando un ser humano práctico cuyos conflictos -en caso de que existan- quedan reducidos a malas percepciones de la realidad, emociones negativas que hay que convertir en positivas, y conductas erróneas que hay que erradicar o reeducar para asegurar un buen funcionamiento psicológico; entendiendo además éste último como la obtención de un estado de máximo bienestar y/o felicidad.
La transmisión de estas teorías, unidas a ciertas interpretaciones erróneas y un desconocimiento profundo de sus verdaderos orígenes son causa de una tremenda confusión entre la gente. Tan es así, que algunos sujetos llegan a la consulta tan perdidos y angustiados que demandan del psicólogo que les diga aquella palabra (mágica) que haría desaparecer la pena. Cuando esto ocurre, es evidente que para estos sujetos las penas desaparecerían oprimiendo una especie de Botón de Reset que ellos por sí solos no encuentran, como aquel que reinicia el ordenador cuando éste empieza a fallar o no funciona como deseamos.
Los inherentes conflictos existenciales del hombre están demodé, ahora lo que se lleva es el H+ (abreviación del transhumanismo), una nueva condición humana a la que se le pueden agregar tantos pluses como apetezca.
Con todo lo que se cuece, comprenderán mis inquietudes ante el hecho de que la película de Pixar, la compañía estadounidense de animación más taquillera de los últimos tiempos, intente explicar el funcionamiento de la mente humana o lance su modo de entender las emociones.
Debo decir muy gratamente que me he llevado una sorpresa al encontrar no sólo una película entretenida, inteligente y creativa, sino también bastante crítica a este modo tan actual de concebir el estado de alegría y placer que son enaltecidos por encima de todo.
Merece la pena ir a verla e intentar pensarla un poco, no quedarse en la superficie de las cosas. Conviene aclarar al futuro espectador que se trata de una fantasía, con lo cual no hay que buscar en ella un esquema para entender cómo funciona el psiquismo y mucho menos las contradicciones internas que cada uno atraviesa en esto de vivir, aquellas que insisten más allá de los avances tecnológicos. Se objetará la torpeza en la comparación, pero con tanto jaleo transhumanista y esa especie de complejo de máquinas que tanto se escucha hoy en día, prefiero disipar los ideales que la publicidad engañosa va esparciendo por ahí.
A mi modo de ver, la película pone en cuestión uno de los temas más relevantes de nuestra cultura en lo que respecta a cómo debemos circular los sujetos por el mundo: cómo debemos actuar, cómo debemos pensar, cómo debemos sentir, etc.
Puede decirse que en el discurso social actual (que va de la mano de los amos del capital y la industria) se ha extendido un imperativo que obliga a la felicidad. Un observable de esto son las redes sociales, cada vez más plagadas de cursos, videos y “tips” para ser felices y tener éxito en la vida; promoviendo crear hijos felices y contentos, y padres productores de felicidad y salvadores de diversos tipos de sufrimientos.
Estos aspectos del discurso social se encarnan en las voces de los sujetos y se entrelazan con las singularidades de la novela de cada uno -la historia particular-, produciendo efectos sintomáticos en la subjetividad que se manifiestan tanto a nivel del cuerpo como de la mente.
La práctica diaria en grupos terapéuticos-educativos atendiendo a mujeres también da cuenta de ello. Cada vez es más común escuchar a mujeres angustiadas que padecen diariamente el crecimiento de sus hijos, y/o las dificultades que por ello tienen con sus parejas. Pienso por ejemplo en aquellas mamás preocupadas porque los límites que les ponen a sus hijos -que van desde prohibirles ciertos caprichos hasta delimitar un territorio seguro- provocan en los críos cierto displacer que es interpretado desde las instancias parentales como un daño a ese hijo o hija. O aquellas otras que se pelean con sus parejas porque siendo éstas las que imparten un límite producen ese efecto de llanto en el niño/a que se iguala al sufrimiento que ellas mismas padecen al escucharlos. También están las que en pos de brindar una protección ante todo tipo de daño físico o psíquico inician una serie de acciones que terminan siendo excesivas, produciendo en el 99% de los casos no sólo el agobio de las criaturas, también el efecto contrario al objetivo que tales maniobras persiguen. Con todo, aparecen en los pequeños conductas extrañas como hacerse pipí en la cama (Enuresis), problemas para aprender en el colegio, hiperactividad, miedos (nocturnos, a salir, a estar con otros que no sean los padres, etc.), por mencionar sólo las problemáticas más habituales.
El inconveniente es que dentro de la categoría de “daño” se incluyen cada vez con más frecuencia cuestiones que tienen que ver con el mero hecho de vivir y estar en el mundo. Eso pasa también con la Tristeza, estado que muchas mujeres exigentes con síndrome de Superwoman se ven dispuestas a erradicar de la vida de sus hijos… y remarco el adjetivo como lo que es: una clara evidencia de posesión. Quizás también conviene agregar que este modo de transitar en el mundo, de seres alegres y rimbombantes, es algo que algunas mujeres intentan sostener para ellas mismas, pretendiendo –con poco éxito como se ve en la película- encerrar a la Tristeza (malestar, angustia) en un círculo y procurando que no salga de allí.
Pixar, producciones para toda la familia, envía un mensaje a los padres y a todos los adultos que construimos la sociedad que cobija a los niños. Pedirles a los más pequeños estar siempre sonrientes y ser la alegría de la casa para que papá pueda sobrellevar mejor su estresado día y su nuevo trabajo no es sin efectos, al menos en el caso de Riley, el personaje principal de la película. Aunque se acceda a este pedido sin problemas y con Alegría, eso no quita que aparezcan los efectos traumáticos de aquellos acontecimientos significativos en la subjetividad (como una mudanza o cualquier otro tipo de pérdida) que producirán ciertas fallas en el equilibrio hasta entonces conseguido. La noción de trauma no se define en sí por la gravedad del episodio, sino por ser un acontecimiento que irrumpe bruscamente en la organización psíquica del individuo atentando a su equilibrio.
¿Qué pasa con la Alegría, aquella que desde el principio se erige la reina de las emociones, la líder que comanda la mente, lo arregla todo y hace que Riley se levante feliz y se acueste teniendo otro día maravilloso? La brillante Alegría derrama una lágrima, y es allí donde percibe que aquellos recuerdos esenciales tocados por ella tienen un revés, que no pertenecen sólo a ella. La Alegría tiene que renunciar a cierto afán de protagonismo absoluto, abandonar la tacañería y dar paso a la Tristeza, la única que puede arreglar el lío en la cabeza de la pequeña Riley.
Los intentos de quitar del medio a la Tristeza (circunscribirla en un círculo, entreteniéndola a base de lecturas, etc.) y todo aquello que implica no darle su lugar, no parece producir los efectos positivos tan deseados… más bien hace que todo se desbarajuste y se vaya al garete.
“Se positivamente que te vas a perder”, le expresa la Tristeza a la Alegría señalando que el camino para resolver las cosas no va por ahí, que no se trata de ser positivos o negativos. Muy buena puntualización de los guionistas, sobre todo si tenemos en cuenta cómo asoma la gente a la consulta.
Es un observable en la clínica nuestra de cada día que esos sentimientos de extrañeza o de pérdida con los que llegan las personas a consultarnos suele maquillarse y esconderse detrás de aquella carcasa de felicidad, alegría y fortaleza que intentan sostener tan vivamente los sujetos de hoy. Todo un dato clínico que indica hasta donde pueden llegar con tal de no salirse de los parámetros de normalidad impuestos una sociedad de consumo que pocas veces es cuestionada.
Hoy en día, donde las leyes del mercado han invadido el terreno de los seres humanos hasta las trancas prometiendo humanos ilimitados o “H+”, capaces de vencer hasta la propia muerte; resulta grato encontrar una película dirigida a los niños (o a los grandes) que permita debatir algo de esto.
Cabe revisar lo que hoy en día se consume en nombre de lo Psicológico o lo Terapéutico. De un tiempo a esta parte todo o casi todo se ha convertido en terapéutico: desde ir de tapas con los amigos hasta comprarse un coche último modelo. Una especie de “Shopping Terapia” se encarga ahora de vender en nombre de un buen funcionamiento psicológico o de terapéutica todo aquello que le apetezca. Son innumerables técnicas carentes de sustento o que niegan aquellas otras que históricamente han propiciado las investigaciones en torno a la subjetividad -como el psicoanálisis, por ejemplo- las que garantizarían el equilibrio emocional y el bien hacer de los sujetos. La lista es inmensa y se incluyen desde las esencias florales, el reiki (curación por imposición de manos de toda la vida), o el tan moderno coaching. Todos requieren escasa formación para aplicarlo, lo que no sorprende en absoluto si se historiza un poco.
Basta recordar los elementos princeps del estado de bienestar de los años 50 en los Estados Unidos, momento de auge de la producción industrial y la instalación del nuevo estilo de vida, el renombrado American Way of Life para darse cuenta de que se utilizaron de manera indiscriminada dos elementos: la publicidad y la disminución de la calidad de los productos con el fin de incrementar el consumo más rápidamente. El ejemplo más claro puede ser el de la comida rápida, hoy en día infaltables en las calles de cualquier ciudad.
Haciendo un paralelismo podemos decir que de vez en cuando está bien recurrir a ella, pero si basamos nuestra nutrición solamente en eso y abusamos terminará por ocasionarnos problemas de salud física. Lo mismo podrá ocurrir en el plano psíquico si no nos cuestionamos lo que hoy en día se vende como terapéutico, sobre todo si olvidamos aspectos inherentes que atraviesan el Ser y que hacen del Sujeto el sistema más complejos hasta ahora encontrado.
Cecilia A. Cortés
Agosto de 2015
Referencias
Dessal, G. (2015, Julio 14). “El hombre curado definitivamente del síntoma de ser humano”. Comunicado Telam Cultural (Recuperado de: http://www.telam.com.ar/notas/201507/112636-el-hombre-curado-definitivamente-del-sintoma-de-ser-humano.html)
Docter, P., Del Carmen, R. (Director). Pixar Animation Studios, Walt Disney Pictures (Production). (2015). “Inside Out” [Película]. Estados Unidos.
XL Semanal Nº 1450/09 Agosto 2015. «Transhumanismo, el Ultimo Paso en la Evolución Humana»